De mí, que soy una Santa,
que temo la ira de Dios,
que me reinvento con cada tic-tac...

domingo, 8 de febrero de 2009

recuento de la semana uno

La gente, el medio natural, el arte, el tiempo, los días, el miedo, la alegría, el universo, la escuela, los pesos, la historia, la tristeza, los cigarros, las mujeres, las palabras, los niños, las instituciones, el trabajo, la bolsa de valores, los libros, los presos políticos, la esclavitud, la cordillera, la música, , el viento, la calle, los versos, el teclado, el espejo, el autobús, el vino, yo, esto... se resume a la MIERDA circundante…

Y si es verdad que la vida es, por qué coños se llena de fragmentos de nada, por qué no se conduce sola y camina lento por aquí, por allá… ¿Por qué la vida espera agachada a que alguien la descubra?

Es la semana de escuela, es la misma mirada de todos, de ninguno; son la planeación, las horas, los pendientes. Es/son los días que se dejan atrás y el presente que no es más que palabra vacía, pero pesada, llena de significado y sin significante. Es/son y si es/son ¿por qué se arrastra[n] contra la corriente de sí mismo[s]?

Fenómenos, problematización de su existencia, de su duda…

Ojalá que existiera mi vida y mi idioma sin nexos, sin la atadura, sin la deixis, sin el aquí o el ahora, sin la indicación, sin la cordura, sin la mentira, sin los hechos, sin lo real, sin la observación.
Ojalá que las cosas fueran las cosas, sin fundirse con lo otro que no está y que se siente, sin la conjugación del todo y lo otro en la mente de uno, en la mente de unos pocos, en la mente de otro, en la mente de todos-ninguno.

Ojalá que, efectivamente, la vida fuera una, pero ella sola, sin perseguir los fines últimos, ni la bondad, la virtud o la maldad o el oprobio.

Ojalá que la vida fuera de pronto una nimiedad, un solo organismo retorciéndose al nacer.

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