De mí, que soy una Santa,
que temo la ira de Dios,
que me reinvento con cada tic-tac...

lunes, 14 de diciembre de 2009

Re-cuento

Uno aprende que con el tiempo lo trágico adquiere un matiz luminoso: las desgracias se convierten por sí mismas en motivos que arrancan una mueca, una suerte de sonrisa.

Tal vez ocurra que me estoy volviendo vieja y que la dopamina que produce dolor va haciéndose cada día más ineficaz con respecto a lograr consolidar las viejas pretensiones, a trastocar los nuevos ideales…

Quizá el dogma haya impuesto una cruz de resignación en mi frente.

Quizá sólo haya sido el tiempo esta vez un buen aliado.

Quizá el 1% de mi fe se ha hecho fuerte frente a la decepción de no llegar al paroxismo.

Quizá sólo sea que he aprendido a llorar riéndome.

En este tiempo de ausencia-presencia, amé los largos meses en los que me que me dolió ser consciente de que sobran las maneras de cómo darse cuenta de que el sufrimiento, del mismo modo que el amor, la vulnerabilidad y el desasosiego, va perdiendo la capacidad de seducir a los cínicos.

Aprendí que cuando se juega al azar, la moneda que se lanza al aire no siempre muestra una sola de sus caras: se sabe jugar, porque perder hasta la dignidad resulta más plausible que ganar a la casa. Se sabe jugar cuando uno se da cuenta de que las pérdidas marcan la posibilidad de nuevas y mejores ganancias.

Teniendo en cuenta lo anterior, es verdaderamente loable saberme ya, como todos los demás, un personaje incidental más en la trama de mi vida, un ente de mediana estatura que aparece y desaparece en la escena sentimental de mis días a la voz de “Tercera llamada. Tercera…”

miércoles, 7 de octubre de 2009

sintítulo

Es estúpido intentar escribir esta noche. No he podido hacerlo hace ya varias y no encuentro un pretexto lo suficientemente convincente para hacerlo. Tampoco hay alguno de la misma condición para prohibirlo.


Me aferro, lo sé... Soy una necia, también lo sé... [Es curioso SABER que las-mis CERTEZAS se extiendan de este modo insustancial, aberrante entre mis dedos.]


No pretendo culpar a Larra por haberme sumergido en esta atmósfera inválida y solitaria que necesita un brazo largo para llorar a gusto. Tampoco quiero ir y venir de nuevo a los/por los subterfugios húmedos que se presentan en mis ojos. No deseo lanzarme a la breve caminata hacia la cocina y tomar la única botella de whisky que ha quedado intacta después del cataclismo [aquel cataclismo], ver como precipitadamente el contenido se vierte en un vaso de cristal con hielos y disculparme después por las faltas cometidas ante un ruido de aparato telefónico. No necesito volver sobre las huellas que de sobra conozco y reconozco a medida que me alejo y me re-alejo de esto que, sin lugar a dudas, es tuyo-mío.


[No, no... No estoy triste y no, tampoco, lloro... Sólo me AFERRO, sólo soy una NECIA.]


No mataré el tiempo, dibujándome ramas de árbol seco en los brazos y no jugaré una vez más a prenderle fuego a los recuerdos, a los retratos, a las confesiones de media noche, al espacio que ocupas/desocupas cuando duermes.


“ME HACES FALTA”, es algo que grito inconscientemente cuando te miro y estoy callada. “TE EXTRAÑO”, es algo que digo en voz baja cuando estás aquí y aún siento el desprendimiento de un pedazo de mi piel cuando te marchas.


Es irremediablemente estúpido escribir esta noche: sé que dentro de algunas horas estarás maldiciendo en murmullos y suspiros el pretérito que con cada palabra has derruido.

martes, 22 de septiembre de 2009

Voila, mon amour. Un adieu est un adieu...

"Y si no encuentras fuerzas para salir de aquí,
yo las sacaré de donde sea y seguiré sin ti"
Me dijiste algo así con voz grave y resignada,
me grabé tus palabras y me vestí listo para comenzar.

Día uno en pie, comienzo a andar,
he de aguantar, lo puedo hacer.
El día dos avanza hasta el final
y llega el día tres, lo vuelvo a estropear.
Así que vuelta a empezar.

Día uno en pie, no he de pensar,
ya es día 2, Alprazolam,
comienzo a hablar y no me hago entender,
y llega el día tres, lo vuelvo a estropear.

No preguntes ni por qué ni por qué no,
sólo yo sé el motivo y no es bonito.

Me mudaré a otro sitio, me iré de esta ciudad,
pero ahora es de mí mismo de donde me quiero escapar.

No me des flores cuando aquí hay lirios y rosas,
las querré el día en que ya no quede una sola.
Entonces, ¿me complacerás?
Y dime, ¿cómo lo harás?

Día uno en pie, ¿qué puedo hacer
para encontrar restos de fe?
El tiempo pasa doloroso y lento
y luego en un momento lo vuelvo a joder.
Y entonces vuelta a empezar..

Día una en pie, siento pensar
cómo evitar sentir, pensar,
morir de sed y beber del mar
y al segundo día he vuelto a fracasar.

Si te miento no será por mezquindad,
estas penas siempre llegan por torpeza.

Día uno en pie, ¿qué puedo hacer
sino esperar verlo acabar?
El día terminó con un crujido,
me despierto herido y grito en soledad.

Que es jodido ya lo sé,
pero no es dramático,
esto no es tan trágico,
esto no es un drama, no,
te diré mil cosas por las que llorar...

Nacho Vegas, "Crujidos"

sábado, 8 de agosto de 2009

Periodo vacacional

abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA abulia ABULIA
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ABULIA

domingo, 5 de julio de 2009

“la noche era nocturna”

precisamente la noche del 5 de julio se antojaba más oscura que otras noches: no había estrellas ni buen clima.

la contienda partidista había arrasado ya con las esperanzas democráticas que podían engendrarse en uno de los corazones más podridos de todo el electorado, el mío. a lucha fangosa, estrepitosa por el hueso arrojó los resultados más crueles para uno que todavía cree que [joder] aún se conserva el hambre por hacer de la patria un lugar ya no digamos “mejor”, pero si más habitable: el PRI vuelve a ganar la mayoría de las diputaciones, el “preferiti” del PRI (Peña Nieto) se va perfilando como el nuevo y flamante Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

continua el imperio de los caciques.

continua la agonía, la muerte paulatina.

R.I.P. México

miércoles, 24 de junio de 2009

A CASI UNOS DÍAS DE CELEBRAR EL PRIMER ANIVERSARIO DE MI PRIMER BLOG,

pensaba en la presencia del tiempo en algunos de los primeros textos que publiqué.

Quizá me complico demasiado buscándome en las palabras de antaño.

[¿Por qué no sólo arriesgarse a vivir sin ataduras, sin remordimientos?]

En la insoportable búsqueda del Ser me he topado con un vacío terrible al no encontrar siquiera una pista de lo que soy, de lo que he sido. De nada le sirve a uno gritar, quedarse mudo o contemplar, profiriendo algunas maldiciones. De nada...

Como dije, pensaba en cómo el tiempo había manipulado todo lo mío, en cómo había movido los hilos de este guiñapo andrajoso y reí al darme cuenta de que... oh, estúpida... el tiempo como siempre, no había hecho nada. Era yo, yo únicamente la que se vencía, la que se llenaba los ojos de lágrimas por todo y por nada, la que se hermanaba con el pretérito, figurando como una enorme piedra incrustada en el lomo de la melancolía.

[¿Por qué no olvidar las viejas pretensiones?]

Estúpida...

El tiempo, la vida, las cosas en sí no son absurdas, burdas, crueles... El enemigo es uno que viene prefabricado para lo absurdo, lo burdo, lo cruel. El enemigo es el mismo reflejo que no se convence de haberse conocido antes, que no acepta su condición incapaz, que no concibe que su ambición es un deseo jamás cumplido...

El reflejo de uno mismo quiere salir del espejo y vivir una vida que se antoja incolora, una vida en la cual el tiránico poder de aceptación manipule la voluntad, los ascos, las ansias para convertirlas lentamente en recuerdos de la infancia, en evocaciones del sabor del pan que se comía antes y que, a pesar de la dureza, era increíblemente sabroso, en fragmentos de memoria animada, “en collages de amor y odio” frente a los ojos estáticos.

[Inútil... quizá es saberlo]

Así, y de cualquier modo, es necesario abandonar de vez en cuando los subterfugios, las protestas contra lo que pudo haber sido y -jajaja- no fue. Mas ¿cómo dejar de la lado el afán por saberse en el pasado, de mirarse en las fotografías, de notar arrugas y tener consciencia de que ya han pasado 22 años de amargura conjugada con flujos de felicidad momentánea ?

La agonía de los recuerdos y el ansia de querer vivir sin la pesadez del tiempo son materias primas en la producción de nuevos motivos que engendran la imbécil, pero bella esperanza de vivir, vivir, vivir...

C'est la vie, queridos.




domingo, 17 de mayo de 2009

A unas horas

Ayer alguien me dijo que no le gustaban los cumpleaños.  Razones válidas tendrá para decirlo tan quitado de la pena, no discutiré aquí sus motivos ni voy a hacer una de mis tan acostumbradas aproximaciones psicológicas. Nada de eso, es mi amigo, lo quiero y no lo juzgo.

Pero, ¡lástima!,  a mí si me gustan los cumpleaños, las fiestas de cumpleaños, los pasteles de cumpleaños, los regalos de cumpleaños, las felicitaciones de cumpleaños y hasta las ridículas “Mañanitas”.

Y ¿por qué no decirlo? Estoy emocionada: mañana es mi cumpleaños… Sé que no recibiré  muchos regalos (cuando era chavala sí, y me gusta recordarlo), quizá ni siquiera saludos, pero la mera verdá, eso me tiene sin cuidado.

Por qué no sentir emoción, por qué no decir: “mañana es mi cumpleaños y quiero ser feliz un ratito al ver la lluvia derramarse por los vidrios de mi ventana”, por qué no darme una abrazo sincero y sentirme orgullosa de todo lo que soy (aún cuando me cuestiono tanto y me maldigo tanto), por qué no cantarme un canción, por qué no levantarme con un ánimo maravilloso y gritar que lo demás me importa un pito y que lo único que deseo es reventarme los globos oculares al videar mi peli favorita.

Mañana es mi cumpleaños y este 2009 quiero celebrarlo callada y con la luz apagada, darme un regalo lindo y comerme un “gansito”, quiero pensar en mí y en las posibilidades que me traerá renacer un año más: saberme de muchas maneras, asimilarme, y quizá hasta un día quererme…

MAÑANA ES MI CUMPLEAÑOS  y quiero asegurar que soy la hostia y darme abrazos y llenarme la cara de besos…

HBD, N!



viernes, 15 de mayo de 2009

Te recuerdo, “Amando”…

Preámbulo

Es completamente enternecedor vernos frente al espejo cuando ciertas cosas, momentos, personas vienen a nuestra mente y -en un acto natural, casi impulsivo- sonreímos y, simultáneamente, lloramos al querer encontrar el origen de nuestra rememoración.

Las palabras que hemos ido albergando, por uso o por placer, en nuestro vocabulario familiar dejan su condición de simples signos de comunicación para convertirse en definiciones de nosotros mismos frente a los otros. Símbolos que—ya sean expresados verbalmente o trazados de manera virtual en un documento de procesador de textos o impresos en una hoja de papel— se vuelcan, con los años, en la llave que nos abre con el exterior, que nos enlaza con un mundo más allá de la introspección o los castigos autoimpuestos. Así, “rojo”, “tiempo”, “amor”, “afán”, “realidad” me tiñen con sus correspondencias  y van colándose lentamente por los oídos de quien se detiene a escucharme.

Confesión

No resulta sorprendente que hoy—en medio de una, literalmente,  escalofriante cruda— te haya recordado al colocarme un cigarro en la comisura de los labios y emular tu postura afeminada al descansar de un largo viaje a pie por el centro de la ciudad.

El tiempo compartido, las manías adquiridas, la dependencia al afecto y a la llamada a media noche, la ternura de tus ojos, los juicios severos sobre mis actos imprudentes, las horas que pasamos frente a frente sin decir una palabra, las teorías y las razones que disparabas a quemarropa, los insultos dispuestos para el mundo, los cuentos de terror en la madrugada, los gatos que nos huyeron, los niños que nunca fuimos, las tardes y las noches envueltas en discusiones vienen en oleadas recorrerme entera, de la cabeza a los pies, y me sumergen en una desesperación aguda.

Me pregunto mil veces qué me hizo volver el tiempo para mirarte parado junto al quicio de la puerta, con el cigarro sostenido en las comisuras, mirándome lánguidamente y presintiendo tu derrota, nuestro final. Me lo pregunto y me llevo las manos a la cabeza y a los ojos, tratando de evadir la figura grande de tu cuerpo  y el olor a tu perfume.

¿Por qué vienes a joderme cada día?

Te tengo ya en las frases que pronunció: “mayormente”, “se sirven”, “de uno mismo”, “para colarse”, “mediante la percepción”, “de los eventos extrasensoriales”, “que conminan”, “al arquetipo”.

Te tengo en la postura  que adopto al acostarme cuando la noche está fría y no me apetece cerrar la ventana.

Te tengo en la costumbre de saberte ajeno, distante, imposible…

Penitencia

No te olvido, pero tampoco puedo alcanzarte ahora con este vago recuerdo, que no te quemará ni un vello del brazo, que no sufrirá una respuesta de tu mano tosca y gorda.

Todo tú, toda tu pureza y perversidad conjugada en el humo del cigarrillo se consumen gradualmente mientras me veo fumar frente al espejo.

Absolución

Te recuerdo, Amando-me; mas bendigo a Dios por haberme librado del peso de tu cuerpo sobre el mío.

C’est la vie…

sábado, 14 de marzo de 2009

Aquí se duerme a la estoica. Crónica de una noche más precipitándome

Las diez y sereno.

Ventana abierta, cigarro en mano y la horda de pensamientos va ganado terreno: se vive, se piensa, se fuma, se ríe, se pretende.

Afán de figurar aún en el anonimato de cuatro paredes de ladrillo rojo:

Y uno se burla de las cosas que va diciéndole a los conocidos, casi al oído, como murmurando por temor a que en realidad se carezca de juicio ¿Será que lo que más me molesta es esa imbecilidad de no saber, no poder decir estupideces con la frente en alto? ¿Qué resultado obtendría? ¿No sería el mismo lado de la misma moneda traspasándome la palma de la mano?

Silencio dentro.

Las once y sereno.

Aún no decido si tirarme de la cornisa al cemento que adorna la calle o al suelo frío que funge ahora de cama.

Ventana abierta, cigarro en mano y el ansia que amenaza nuevamente con avasallar la nueva tierra del sur.

Cielo y lucecitas artificiales. (Desearía que la cabeza me explotara simulando un fuego artificial)

Y es que uno se queja por cobarde, por pereza, por hacer algo nada más. Si de verdad me atreviera hacerle frente a la frustración que no tengo como ganar, el mundo perdería importancia y se abriría definitivamente el intersticio entre lo que tengo-notengo y lo que deseo tener.

Las doce y sereno.

Dos al negro (suelo). Zenón y Séneca estuvieron de suerte.

C’est la vie.

sábado, 14 de febrero de 2009

Cada mexicano tiene mucho que dar a nuestro querido México, dicen, dice… (Si este fuera un aserto, ya no seríamos mexicanitos…)

Alguna aseveración digna de un mandatario de ficción en las repúblicas bananeras hechas/deshechas dentro de la vasta literatura iberoamericana se acerca mucho a lo que Calderón predica con túnica blanca a los michoacanos, a los diputados, senadores, miembros del magnifico gabinete presidencial y demás compinches o acarreados políticos.

Es verdad que México ha vivido de pura demagogia y bailes de máscaras. Es verdad, sin lugar a dudas, que el pueblo mexicano necesita nutrirse de falacias, de discursos patrióticos, de consignas de equidad, justicia y administración pública sin tacha. Es verdad que  México respira pura palabrería, promesas cursis de novios que se hacen con altavoces: “que ora si, no te preocupes, manito, vas encontrar chamba”, “te lo juro, si estudias, te doy trabajo”, “cuál crisis, si lo que has hecho toda tu vida es trabajar, échale ganas, hermano”, “ora si nos hará justicia la revolución”…

Sin embargo, no es sólo asunto de políticos hablar “bonito”, convencer a las masas. Esto, la mentira que se esconde tras la tramoya,  es, algunas veces lo pienso, genética de pueblo vencido, humillado por sí mismo, sacrificado en aras de encontrar un paraíso terrenal entre nuevos tractores y  televisión mierdera. Es el escudo contra la adversidad de la competencia en el mundo globalizado. Es una vil, burda, cruel, cínica renunciación a la responsabilidad individual, al escarnio que uno se ha ganado con el sudor del trasero (huevón mexicano). Es lo que nos tocó, nos toca y tocará mientras nos guste vivir de la basura del país vecino, mientras nuestro porvenir sea el hoy, mientras los vicios propios no se erradiquen con un poquito de sensatez.

Nada de moralinas aquí, advierto. Nada, tampoco, que no se haya dicho ya a lo largo del devenir histórico, pero tampoco nada que nos haya quedado grabado en la memoria como condicionante en nuestro proceder diario, rutinario. México y los mexicanos somos como los caballeros, no tenemos memoria. Ni los crímenes ni la sangre han impregnado su huella en la tierra fértil de la provincia. Ni el oprobio de ser  ”un mexicano más” conformista, negligente, perezoso, mañoso, hábil solamente para la trampa ha surcado nuestra piel morena,  sebosa por el sol del medio día. Nada ha quedado que no sean ídolos borrachos, mujeriegos,  machos (muy machos), fulleros, altaneros, bigotones y panzones. Nada que no sea un pinche título de fútbol ganado a las reservas del equipo brasileño o la gloria huidiza de atletas (ahora modelos de marcas de banco, rasuradoras, bebidas con electrolitos) condecorada con medallas de cobre, plata, escasamente, oro. Nada que no sea un ratito de humor fácil en la televisión queda en nuestro recuerdo.

Y es triste decir que los mexicanos tenemos lo que merecemos,  es triste y vergonzoso; mas es cierto y muy en el fondo de nuestros beodos corazones lo sabemos y re sabemos.

No puede extrañarnos que la tasa de desempleo haya aumentado desde 2007 hasta la fecha un 4.8 %, puesto que no trabajamos. No puede extrañarnos el abandono del campo cuando todos los días compramos alimentos importados. No puede extrañarnos que los procesos judiciales sean actos de mera corrupción porque no estamos limpios de pecado.  No puede extrañarnos el hampa, la delincuencia organizada, debido a que somos parte de la red como consumidores, comerciantes, testigos mudos.

Somos México y mexicanos desgraciados por el peso de nuestra cruz de abandono. Somos México y mexicanos, coronados con espinas, condenados al maltrato de nuestro pueblo, de nuestra familia, de nuestra política ineficaz, de nuestra economía tambaleante, de nuestras insulsas frases de ánimo y sí se puede.

Cómo vamos a salir de la crisis si estamos habituados al ambiente hostil de especuladores, de las redes delictivas dentro de nuestro propio aparato legislativo. Somos materia de estudio de los sociólogos y de los naturalistas. Somos la supervivencia del débil frente al fuerte, somos mexicanos, especímenes raros, bichos que comen de todo, que viven al día, que juegan a trabajar y a estar acongojados por la carencia.

 Somos, pues, mexicanos curtidos del cuero por nuestra flagelación.

 Somos mexicanos desidiosos y con permiso para pecar por omisión, redimirse y volverse a condenar.

Somos mexicanos dispuestos a adorar al nuevo orador, al nuevo cura de pueblo que venga a montarnos un escenario lleno de flores blancas y esperanzas fincadas en el petróleo y demás recursos naturales.

Somos mexicanos que no vivimos de pan, sino de verbo adornado. 

jueves, 12 de febrero de 2009

Y vuelve la N. al trigo

Culpable, culpabilísima me siento por haber emigrado de dos de las escasas clases más interesantes en la licenciatura. Sin duda alguna, extrañaré al Dr. G. con sus explicaciones catastróficas, sus favoritismos, sus asertos disertos sobre la literatura y sus antípodas/no antípodas, su dequeísmo, sus anteojos caros… Extrañaré también a A. con todo y su petulancia, su espalda anchísima, sus excesos de elocuencia y sus explicaciones del viernes a las nueve de la mañana.

(Pero, siempre hay un “pero”, digo adiós, por lo menos cuatro horas a la semana, a los estúpidos comentarios de L. P., a los lloriqueos pre apocalípticos de E. y a toda la mierda circundante…)

Durante cuatro meses me acostumbré a ordenar ideas gracias a los cuadritos sinópticos, a leer como maquinita, a analizar el todo por pequeñas partes. Maldición, todo para que justo ayer en un arranque de noséqué arriesgara el conocimiento adquirido, las jodas de fin de semana, por un pinche click, un pinche click y la comodidad que no se me puede despegar del cuero.

Quedan esperanzas de regresar a atarme el grilletito intelectual, quedan esperanzas…

Aunque… por qué no apostarle todo a la viejita G. y a la otra viejita W. De cualquier modo, puedo, creo que puedo consentirme un poco de sana distracción y atrofia cerebral. No nos hagamos tarados, ya sabemos que no aspiro al doctorado.

Hey, give me chance… I’m a teenage! à Ejem… (¿a los 21 todavía se es adolescente?)

Joder, queriditos…  la experiencia es… ¿la experiencia? (Y todavía tengo clase con el mamón de N., quien seguramente me hará amar a los modernistas…)

C’est la vie



martes, 10 de febrero de 2009

Lo sé, lo sé… son días… en los que espero una respuesta quizá a la mitad de la duda, de la interrogante.

Niebla fue el tópico de hoy en clase de española. Niebla ha sido ya el tópico de todos los días en la clase de la “vida”.

Si la duda es existir o no existir, pensar o no pensar, estrangular o no, cuál será la duda que se esconde tras la máscara Shakesperiana, tras de la existencialista.

¿Cuál es el disfraz del yo encadenado a la persecución de sí [él] mismo?

Existo por que estoy, estoy porque existo.

Sencillo, pueril, necesario, eficaz: soy y no soy y estoy y me voy y regreso y estoy y me largo y me alargo y me vuelco y me revuelco al no saber si estoy por estar o si estoy porque estoy…

—Duda, duda, duda y después vuelve a dudar con todas tus energías, hijo mío ¡Que nada vale lo que sabes, si no pesa más lo que desconoces!

domingo, 8 de febrero de 2009

... odio este maldio editor...

recuento de la semana uno

La gente, el medio natural, el arte, el tiempo, los días, el miedo, la alegría, el universo, la escuela, los pesos, la historia, la tristeza, los cigarros, las mujeres, las palabras, los niños, las instituciones, el trabajo, la bolsa de valores, los libros, los presos políticos, la esclavitud, la cordillera, la música, , el viento, la calle, los versos, el teclado, el espejo, el autobús, el vino, yo, esto... se resume a la MIERDA circundante…

Y si es verdad que la vida es, por qué coños se llena de fragmentos de nada, por qué no se conduce sola y camina lento por aquí, por allá… ¿Por qué la vida espera agachada a que alguien la descubra?

Es la semana de escuela, es la misma mirada de todos, de ninguno; son la planeación, las horas, los pendientes. Es/son los días que se dejan atrás y el presente que no es más que palabra vacía, pero pesada, llena de significado y sin significante. Es/son y si es/son ¿por qué se arrastra[n] contra la corriente de sí mismo[s]?

Fenómenos, problematización de su existencia, de su duda…

Ojalá que existiera mi vida y mi idioma sin nexos, sin la atadura, sin la deixis, sin el aquí o el ahora, sin la indicación, sin la cordura, sin la mentira, sin los hechos, sin lo real, sin la observación.
Ojalá que las cosas fueran las cosas, sin fundirse con lo otro que no está y que se siente, sin la conjugación del todo y lo otro en la mente de uno, en la mente de unos pocos, en la mente de otro, en la mente de todos-ninguno.

Ojalá que, efectivamente, la vida fuera una, pero ella sola, sin perseguir los fines últimos, ni la bondad, la virtud o la maldad o el oprobio.

Ojalá que la vida fuera de pronto una nimiedad, un solo organismo retorciéndose al nacer.

jueves, 29 de enero de 2009

“¡me caga, me emputa!”


Efectivamente, me caga, me emputa que la gente vaya formándose una idea de lo que soy (¡pinches psicoanalistas frustrados!). Que si soy o no junkie, que si me cogen bonito, que si tengo la lengua larga, que si el párroco de la iglesia más cercana abusó de mí en mis años de inocencia, etc. Si supiera quién o qué coños soy, sería harto sencillo levantarme todos los días y vivir cual maquinita echadora de humo. Vale, sólo lo sabría, tendría ya algo de que asirme para no sentirme perdida entre cientos de snobs de mierda cuando voy a la Facu, pero no, ni idea.

Puedo un día ser la Virgen María y el otro, la puta consumada que por eones he deseado ser.
Todo depende de la temperatura del agua que me moja todas la mañanas alrededor de las cuatro o de si me tiro el café encima como es costumbre.

Damn!

Cuando en mi pendejez pensé [re-]encontrarme en las páginas de Hamlet, no tenía idea de que el infausto tenía clarísimos los conceptos que a mí jamás me han quedado del todo explicados. Y es que muchas veces pienso que el daño cerebral causado por el golpe al caer de una hamaca a los cinco años es severo: no doy una.

Mi mami dice que soy lista, pero ¡coño! que puedo esperar, es mi madre… La gente lo dice también, quizá se fijan mucho en mis juicios tajantes y siempre malintencionados sobre los hechos ajenos, invisibles a sus ojos. Se trata de observación, ocio y un poquito de cinismo, nada más… (Bueno vale, sí… lo que sea… en términos corrientes es eso y nada más…)

La onda, queridos, es que no sé quién coños habla esta vez. Sí es N., pero cuál de todas las N. de “mi pequeño y cerrado mundo”. Es difícil saberse completamente, verse al espejo con la seguridad de que no hay nada más que un rostro o un cuerpo bonito o feo, saber cuáles son los límites de uno ante los otros, las reacciones de uno frente a la buenaventura o la adversidad.

Nadie, se sabe de cierto.

N. nada más se supone, explica la realidad o la forma por inercia, por puto sentido “común” (a decir verdad, no tan común) y nunca, mientras que el sol brille, cavila sobre sí misma o su manera de conducirse minada, saboteada por otra N. interior. Sólo por las noches cuando no recibe llamadas, realiza “ejercicios” negativos de autocrítica y destrucción dignos de epítetos rimbombantes e igualmente absurdos que la naturaleza del ejercicio hecho/deshecho.

N. actúa de día. N. piensa de noche. Y los intersticios entre los polos se contaminan con basura ajena, con necesidades facturadas en los otros organismos, con palabrería inútil, con farsas fatalistas y tendencias al fracaso de los otros o el supuesto sufrimiento propio (me caga sufrir o pensar sufrir o sentir sufrir o ver el sufrimiento en los demás o cualquier cosita lacrimógena y lamentable)

Entonces, si yo no sé quién chingados habla, por qué Uds. sí…

Dadas las circunstancias, ignorancia e incertidumbre perpetuas, no hagamos al mamón y vayámonos todos de la manita al carajo…


miércoles, 28 de enero de 2009

sin título

Nunca he dicho que escribir sea absolutamente bueno. Escribir es absolutamente necesario. Escribir es esa estúpida trampa mental que uno se juega a sí mismo en aras de reconocerse en el futuro, de no olvidarse.

He tenido que darme cuenta, a base de insultos a mí misma, frente al espejo, que no soy más que las letritas y la pantalla inundada de negro y blanco. Soy letras, pienso letras, vivo letras, porque no hay más remedio, no hay más opción que desgañitarme internamente sin pretensión alguna, sin un fin inmediato, intermedio, último, consiguiente. Si pudiera decidirme un buen día a vivir sin estar aquí escondida, la tinta me abandonaría y este estúpido sitio de internet nunca visitado también.

Lo sé de cierto, porque conozco la naturaleza de las cosas que me rodean y sobre todo, la condición de con quién me lio. Si yo me fuera a vivir al mundo real, las letritas, naturalmente despechadas, mudarían de afectos y le harían favores a otros mil blogueros necesitados de sus atenciones. Me abandonarían y sanseacabó, fin de Sta. Nefija. Digamos abiertamente, fin… sin debut ni despedida…

En un arranque de sinceridad, puedo decir que me hacen falta, que son de indispensable uso para mí, que me van creando conforme al tic-tac inclemente que azota mi carne con su desprecio y que, sobre todas las cosas, no osaría yo a cambiarlas por la asquerosa vida real que se crean mis congéneres…

Yo no concibo hablar, porque el hecho de hablar es tan denigrante como el trabajo o la búsqueda interminable de la ya tan mentada felicidad. Hablar es… hablar sin trascender (¡Trascender!, me dirían ustedes con una mueca de visible sorna, sólo Dios, babosa. Sí, estoy de acuerdo -en dado caso de que Dios exista-, pero dejemos que la babosa ambicione algo en la vida.) Además, como “incapacitada social” considero que hablar envilece todavía más mi existencia en esta asquerosa y poluta Ciudad de los Palacios, porque nadie me escucha. (Honestamente, sería cagante ir por el mundo buscando oídos sueltos que no me cuestionen después con el resto de su cuerpo)

Lo anterior es en parte cierto, pero ¿cómo olvidar la carencia, la verdadera razón para preferir este encierro?

¡Ajá!, muchos pretextos para decir que me concibo como una estúpida incoherente, que todos mis monólogos se contradicen una y otra vez, que la gente no entiende mi inhabilidad para crear discursos que no incluyan un ”pero”, que en realidad, elocuente nunca he sido, que hablo más rápido de lo que pienso y que mis palabras envuelven sólo a los despistados y, por supuesto, que me muero de la pena al proferir palabritas rebuscadas.

Así, confieso que mis palabras, las que escuchas, son infamemente huecas, absurdas y por lo tanto divertidas; pero sin peso en el aire, sin alojamiento seguro en tus oídos, en tu recuerdo y mucho menos en el mío. (Sí, me falla la memoria a corto plazo y olvido siempre la continuación de mi divague. Esto resulta a veces divertido y conveniente, habrían de inventarse una de esas amnesias temporales para recolectar las opiniones, chismes y mentiras de sus allegados…)

(Me resulta risible saber de lo que soy capaz en un día de absoluto tedio, como hoy… Sí, risible ¡Ay, qué broma!... Bah…)

Hablar entonces no es para mí.

En mi juicio —es decir, sin necesidades que me liguen directamente con la gente que tiene nombre y domicilio conocido—, prefiero la ofensa. Efectivamente se habla, pero uno ya tiene una meta trazada y no se confiesa víctima nunca ni va montando batallitas pendejas contra algún oyente elegantemente imposibilitado para recibir un mensaje completo, real, justo, que no albergue juicios —dictados generalmente desde un punto de vista obtuso— de valor. Ofender, me va más que caminar sin rumbo fijo pidiendo limosna al oído despreocupado. Y es que es tan imbécil hacerlo, pero, digo, uno todavía no es perfecto y tiene manía de marcar numeritos y decir “hola, cómoteva” a otro cuerpo omitido que se alquila por un rato de [in]sano esparcimiento y recreación (chisme, morbo) a cambio de una cerveza, un café o el acto recíproco de buena voluntad.

Mas el ofender, se estira como una liga, guardando toda clase de sorpresas y encuentros fortuitos. El depositario de la ofensa responde con otra que podemos calificar como mala, pésima o excelente y nos da pie para continuar con el juego hasta que se nos seque la boca. El ofendido y el ganador en la burla alcanzan niveles de santos, condecorados con una aureola, sólo invirtiendo paciencia. Ambos saben que todo el esquema se quebrará gracias a la intervención divina de una voz ajena, de unas manos piadosas que les separen de los golpes, de la vulgaridad, de la barbarie. Ambos se divierten, ambos ganan todo lo apostado.

Sin embargo, cuando uno decide hablar, comunicarle cualquier oprobio al oyente, apuesta todo y no gana más que una patada bien colocada con una furia descomunal en el derrier, porque ¿quién coños quiere llenarse de problemas ajenos?, ¿quién se siente tan bondadoso para evocar la resignación cuando todo está, en palabras del otro, hecho una mierda? Nadie que tenga los niveles bajos o altos de azúcar en el cuerpo, lo aseguro.

De esta manera, hablar, el solo acto de abrir el hocico, va ocasionando más enemistad que no decir nunca nada a nadie y ser considerado petulante y apático…

Sin más, algún día aprenderé a callar. Mientras que ese glorioso día no se presente, me quedaré aquí, disfrutando de los símbolos.

C’est la vie…





lunes, 26 de enero de 2009

una de tantas...

Joder...

Debo comenzar a agendar nuevamente mis compromisos. Lo sé, gente como yo no debe vivir sin palm, celular y otros dispositivos que simulen una buena memoria...

Carajo...

Me perdí de la buena charla de mi primo, todo por vivir en el ensueño...

_-_

¿Me odio? En definitiva, me odio...

domingo, 25 de enero de 2009

domingo, día

Es uno de esos días en los que uno se cuestiona por qué jodidos tiene que hacerse la vida miserable pensando.

El sol brilla y afortunadamente no he tenido ningún momento para estar a solas y humillarme. Y es que… en los días nublados tiendo a hacer silogismos baratos y a malpasarme en las horas para ingerir los santos alimentos, culparme por no haber hecho o haber dicho tal o cual cosa… puro resentimiento en los días nublados, ¡carajo!

El sol brilla y quema, pero da igual. Esté ahí o no, es lo mismo, porque hoy la tarde se antoja tranquila, yerma, sin invasiones de baraterías ni discursos bonitos. Hoy la tarde se presta para sólo estar sin decir una palabra.

Mi madre me observa escribir, hace tres minutos que me ha llamado para comer. Ella nunca — excepto los recados pegados en el refri— ha leído algo “mío”. Ahora eso y saber que ha tomado su medicamento, me hace feliz. Sus observaciones acerca del mundo, de las cosas son sencillas, prácticas y casi rayan en la simpleza. Me gusta, sin duda, que mi madre sea mi antípoda, el opuesto, la felicidad y la belleza de lo cotidiano. Adoro a mi madre, porque no se revuelve con tanta pendejada y se contenta con mirarme escribir sin saber qué coños digo.
_-_

Bien, he terminado de comer y de poner las malditas cortinas. (Sí, alguien me dijo que las persianas eran lo de hoy, pero no van más con la decoración de mi casita y además ¿a quién coños le importa qué es lo de hoy? ¡Bah!) Habría de limpiar más, encontré tres arañas enormes dispuestas a morder mis brazos, en definitiva los insectos me dan asquito cuando están frente a mí (Sí, también debo añadir que soy una cobarde, no puedo matarlos).

Hace una hora recibí la llamada que no esperaba (mentira, la esperaba, pero no me importaba mucho recibirla). Era él y no tengo algo que agregar sobre dicho sujeto… (quizá tenga mucho más que decir, pero a estas alturas, es bastante imbécil; sabrán después a qué me refiero)

Ha sido un día agradable, no he hecho lo que me había propuesto; ¡vaya!, la desidia se apodera nuevamente de mí. Dejaré que me tome y me acaricie unos días más.

¡Ash! Él me ha pedido eso, eso y lo otro… y la noche, un café y un porrín… ¿A quién le hago caso? Al diablo los dos…

El viento y el mundo se mostraron amables conmigo. Lo hacen a menudo, pero le resto importancia al acto y es que… la verdad, siempre que advierto un favor semejante resuelvo dejarlo de lado para no ver cómo el goce se diluye y lo que antes, al principio, se manifestaba como una bendición se convierte a mis ojos —tras algunos meses de disfrute y deleite— en lo más aborrecido. (pinche inestabilidad)

Escucho a Portishead y no va mal, no voy mal…
Aunque, coño… sé que mañana —mientras bostezo y me alisto para ir a comprar la lista de la semana al “súper mexicano” (jajajaja)— toda esta luminosidad dominical se extinguirá…

C’est la vie, queridos…



de mí, de ti, de ella...

De mí, que soy una Santa,
que temo la ira de Dios,
que me reinvento con cada tic-tac...